*A la par de la reconfiguración de la mítica refinería Lázaro Cárdenas de Minatitlán, surgió un lugar con olores a mar que se volvió tradición entre trabajadores petróleos
Nadia Carrión
Minatitlán, Ver.- El rojizo de enormes camarones contrasta con el blanco del plato donde son presentados; el dorado de los trozos del pámpano a la sal despierta los sentidos; y las blancas manos de cangrejo son toda una tradición petrolera.
A la par de la reconfiguración de la mítica refinería Lázaro Cárdenas de Minatitlán, en el lejano 2005, surgió un lugar con olores a mar, pero también a petróleo, gasolinas y diesel de sus comensales, trabajadores petroleros.
La ciudad de Minatitlán vive para y de Petróleos Mexicanos. No se trata de una carga para los habitantes, sino de un orgullo pertenecer a la empresa gubernamental. Los abuelos formaron parte de las filas de obreros que apuntalaron a Pemex.
Por sus calles y avenidas deambulan docenas de camionetas pick up blancas, sinónimo de la amada empresa; los uniformes color caqui forman parte de la cotidianidad del lugar, donde el calor infernal siempre se soporta.
Es frecuente ver casacas café en el interior de la “La bamba”, donde se combinan los olores y sabores de los camarones al gusto, pulpos, pescados, cocteles, caldos, huevos de lisa, empanadas de minilla, arroz a la tumbada, manos de cangrejo.
Su platillo fuerte es el pámpano a la sal, una recomendación especial de la casa: su proceso de preparación inicia marinando el pámpano con sal de mar, se hornea y sale con una costra de sal que debe de romperse para servirlo.
Privilegian comprar mariscos de la región sin embargo hay mariscos que no se consigue en la zona como la langosta, cucarachas de mar, camarón jumbo. En el Golfo de México comercializan el róbalo y el pámpano, los camarones de río son de lagunas de la región.
Los mariscos se extraen de Salina Cruz, Oaxaca, Tabasco y Tamaulipas, también importan otros productos como el chile chiltepil de Orizaba, para poder obtener un mejor sabor en sus platillos.
La bamba surge con la reconfiguración y consecuencia de la falta de servicios para los lugareños; lo que era una casa en el 2005, ahora es un negocio familiar, cuyo nombre surgió para fortalecer la identidad de los veracruzanos.
Durante 16 años con sus puertas abiertas de manera interrumpida.